No estar en la rueda de hámster. Básicamente esa es la frase que resume nuestra filosofía de vida.
Siempre hemos tratado de sacar partido a la vida. Al fin y al cabo es la única que tenemos.
Y esto es lo que queremos transmitir a nuestros hijos, que disfruten, que hagan lo que hagan, lo disfruten, y es que en esta familia somos de campo, pero también de ciudad, somos amantes de la naturaleza, de los insectos, de los reptiles, de los dinosaurios y de los animales del cámbrico. Somos exploradores en todos sus campos, espeleólogos, arqueólogos, paleontólogos, e incluso antropólogos, nos encanta la historia, nos encantan las historias y también las leyendas. Nos encanta la gente, la comida, nos encanta nuestra casa, Madrid, pero también nos encanta cualquier otra casa o ciudad del mundo.
No nos gusta hacernos heridas, pero a veces sucede, a veces nos las hacemos, por fuera, o por dentro, y no pasa nada, porque tenemos un truco para curarlas rápido: dar besos. Siempre besos, en cada herida, para que cure antes, para que casi ni se note, y si acaba notándose, la llevamos orgullosos, porque algo que decimos siempre es que el que no se cae es el que no se mueve. Y no moverse no entra dentro de nuestros planes. Por tanto vemos las heridas como marcas de aventuras, tatuajes que la vida nos va haciendo y que nos recuerdan lugares y experiencias.
Educamos viviendo, vivimos educando y así es como aprendemos. Desde casa (o desde cualquier parte), fomentamos el aprendizaje de idiomas, de valores, de conceptos interesantes, o de conceptos menos interesantes pero que nos gustan, escribimos en francés, pintamos rollos de papel higiénico con los que fabricar catalejos, cosemos cuerdas a objetos varios para tener tesoros, aprendemos de lo que vemos, de lo que oímos y aprovechamos todas las oportunidades.
¿Y mañana? Y mañana ya veremos, ahora es hoy.
Una vuelta al mundo. Ese es el plan inicial. Decimos inicial porque somos conscientes de que irá cambiando.
La primera y única regla que tenemos por ahora es: no se hará nada en lo que no estemos de acuerdo los cuatro. Iremos a lugares donde los cuatro nos sintamos cómodos. Visitaremos espacios que los cuatro queramos visitar. Y por el contrario, no haremos aventuras en las que alguno de nosotros no le apetezca participar.
Por tanto, esto acabará el día en que por fuerza mayor tengamos que volver, o a alguno de nosotros le apetezca volver. Entonces volveremos. Con las mismas ganas con las que nos vamos, con la misma fuerza y con una sonrisa en la cara. No es democracia, es unanimidad.
La ruta ha cambiado mucho y sigue cambiando. Nos adaptaremos a las medidas y a la situación. Lo que está claro es que primero Europa, después Ámerica, de sur a norte, o de norte a sur, ¿quién sabe? ¿Y después? Oceanía, para a continuación subir a Asia. ¿Y África? África está sin decidir, tan misteriosa como siempre, pero iremos, eso seguro.
Para esta ruta contamos con una compañera de viaje: Ao, la #Aotocaravana. Con ella tenemos intención de recorrer al menos los tres primeros continentes.
De todo lo que existe en el mundo, puedes acumular cosas, puedes comprarte casas, viajes, zapatos, puedes invertir en tiempo con tus amigos, con tu pareja, y tener más relaciones y más profundas. De todo puedes tener más.
Menos de una cosa: tiempo. El tiempo es lo único que va descontándose y peor noticia aún: está fuera de nuestro control. El tiempo pasa, nos guste o no, y pasa igual para todos.
Este es el motivo principal: aprovechar el tiempo que tenemos y poderlo hacer con nuestros hijos, enseñándoles una forma de ver la vida y el mundo que nos fascina. Estamos locos por vivir con ellos todas las aventuras que nos esperan, estamos locos por entrar en lo desconocido, en aventurarnos al horizonte porque “si no sabes a dónde vas, cualquier camino te llevará allí”, dijo Lewis Carroll.