* Este artículo está escrito mientras estamos llevando a cabo toda la fase previa al viaje.

Ahora que ya hemos ido contando a familia y amigos nuestros planes, que ya la gente que nos rodea lo va sabiendo, nunca sabes muy bien qué pasa por sus cerebros o por sus corazones, porque la boca, el cerebro y el corazón van muchas veces desacompasados.

Pero lo que más estamos escuchando es “qué valientes”. Quizá por dentro estén pensando “qué locos” más bien, pero finalmente eso es lo que pronuncian.

Y te hace pensar, ¿valientes? No sé. Miedos tenemos, miles.

Nos vamos en una autocaravana a recorrer el mundo con dos niños pequeños y un perro. En la vida hemos conducido una. Tenemos muy poca idea de mecánica. Somos conscientes de que nos vendrán arreglillos, averías, problemitas técnicos, que tendremos que ir aprendiendo a solventar por el camino.

Dejo un trabajo que me encanta, en el que he conocido a gente increíble, que se han convertido en amigas de verdad, que me ha hecho crecer por dentro en lo personal y en lo profesional, que me ha hecho poder asegurar que no todos los trabajos son iguales, y que me proporciona un sueldo fijo todos los meses. Quizá esto es lo que me ha hecho agudizar el ingenio y ver oportunidades donde antes no las veía. Esto es algo que me encanta de este viaje. Ni siquiera ha empezado y ya tengo varios proyectos en la mente.

Nos vamos a lo incierto, a la aventura, a lo que no conocemos, dejamos nuestra casa, nuestro idioma, nuestra (poca) rutina, para vivir según lo que sentimos dentro. Esto es algo que lejos de generarnos estrés nos genera adrenalina. Nos encanta sentir esa sensación. Cuando viajas ya no eres quien eres porque tus circunstancias son otras, ya no tienes que hacer lo que se supone que haces todos los días a esas horas, y nosotros, como buenos amigos de las no-rutinas, nos encanta pensar que cada día traerá algo nuevo y distinto, y si no, estoy segura que ya haremos nosotros para que cada día se convierta en especial.

 

 

La educación

Nos vamos con dos niños pequeños que están aprendiendo con nosotros en casa. Por supuesto, como a toda madre y todo padre, esto genera incertidumbre. ¿Sabré hacerlo bien? ¿Aprenderán algo? Ninguno de los dos somos profesores, no sé si somos muy didácticos o poco didácticos, no sé si tenemos mucha o poca paciencia, pero lo que sí sé es que respetamos sus ritmos y sus decisiones y que así nos está resultando muy fácil este año.
Cuando nos dicen “es que tienes suerte porque son niños aplicados”. No, no puede ser aplicada una niña de 3 años. Son niños y a los niños les gusta preguntar, conocer, saber, investigar y aprender. Nacen con ello, el problema es que a base de imponerles conocimientos a destiempo, les vamos minando esa capacidad creativa y esas ganas de saber. Si respetamos sus tiempos y sus formas de aprender y de hacer las cosas, ellos van a querer seguir conociendo e investigando.

De momento, nos sentimos “seguros” porque son pequeños y este año nos está funcionando bien el “cole en casa” pero la duda siempre está ahí. El viaje es por tiempo indefinido, hasta que alguno nos cansemos, pero ¿y si no nos cansamos? ¿Y si nos encontramos a gusto y queremos seguir? ¿qué pasará cuando los niños estén en edades más avanzadas con conocimientos más concretos, técnicos, llámalo como quieras? Pues eso no lo sabemos, esperamos contártelo en unos años. Mientras tanto, confiamos en nuestro instinto y en la gente, porque tenemos gente alrededor que nos inspira, gente que seguro encontraremos por el camino que nos de luz sobre este asunto y estoy segura de que lo haremos bien, porque lo hacemos con corazón y cuando algo te sale de dentro y lo haces por pleno convencimiento y por amor, no puede salir mal.

No queremos que este viaje suponga menos oportunidades para nuestros hijos, todo lo contrario, para nosotros su educación es una prioridad, precisamente por eso lo hacemos, para ofrecerles otro tipo de educación que creemos que les va a enriquecer y les va a aportar muchísimo sobre cosas que no se aprenden en las aulas. Pero si el día de mañana quieren entrar al sistema convencional o estudiar una carrera en la universidad, ponerse un traje e ir a una oficina, o ser médicos, o abogados, o lo que sea que quieran ser, queremos que tengan la posibilidad de hacerlo.

La salud

La salud es otro tema en el que pensamos. Y es que para nosotros, esto es la base de todo. Pero viajamos con seguro médico, por supuesto, y con responsabilidad y prudencia. Si aún así nos ponemos enfermos, creemos que igual nos podríamos poner en Madrid.

Sé que es difícil de explicar todo esto a alguien que no ve las cosas como nosotros, a alguien que no lo siente así, sé que esa persona podrá apoyarte pero no comprenderlo. Entonces es cierto que es difícil que alguien te emita un juicio de corazón, sin sentir exactamente lo que sientes. Pero lo he intentado.

Por lo tanto, miedos sí, varios, como veis. Pero el miedo más intenso es a no vivir. No vivir lo que quiero que pase en mi vida. No vivir experiencias que nos están esperando ahí fuera. No vivir una vida que venimos soñando desde hace mucho, no disfrutar de la infancia de mis hijos junto a ellos, de manera consciente y presente. Eso es lo que me da miedo, porque vivir con miedo a que pasen cosas te impide vivir plenamente y ¿sabes qué? que las cosas pasan, tengas o no el miedo de antes.