Grecia fue el lugar que elegimos para pasar el invierno de 2022. Pensamos que al estar muy al sur y al este, tendríamos el mejor tiempo de todo Europa.
Mentira.
Claramente nos equivocamos. Nos encontramos con un país en el que anochece antes que en España y muy (pero muy) lluvioso en invierno (especialmente el Peloponeso).

Sin embargo, Grecia siempre ostentará un lugar muy especial en nuestros corazones, nos conquistó por completo y Nafpaktos es una de las razones.

Nafpaktos es una pequña ciudad costera al norte del golfo de Corinto. Aquí no vas a encontrar anfiteatros como el de Epidauro. Tampoco templos dedicados a los dioses como en Delfos. Nafpaktos es una pequeña ciudad pero con un ambiente increíble (muy por encima de la media de Grecia una vez que sales de las grandes ciudades -Atenas o Salónica).

A lo mejor no conoces Nafpaktos por su nombre en griego. Pero sí lo vas a conocer por su nombre latino. Estamos hablando de Lepanto. Sí, la ciudad en la que se libró la batalla en la que Miguel de Cervantes resultó herido, perdiendo la movilidad de su mano izquierda (de aquí recibió el apodo del "manco de Lepanto").

Nosotros llegamos a esta ciudad de noche (mal hecho, lo sabemos), y aparcamos en el el paseo marítimo, donde había también alguna que otra furgo.
La noche fue muy tranquila pese a estar cerca de una carretera, pero la sorpresa vino al despertar.

Una playa que parecía una balsa, con agua cristalina (la playa Xiliadou). Un paseo marítimo lleno de vida, con terrazas por todas partes (y eso que estábamos en invierno), un parque en la propia playa. En definitiva, un espectáculo de lugar.

¿A qué nos dedicamos en Nafpaktos?  

A ir mucho al parque frente a la playa. A comer nuestra primera moussaka, y a caminar por las callejuelas increíbles que tiene este lugar, llenas de tiendas, de restaurantes, y que van a llegar de nuevo al mar, pero al que da a la otra parte de la ciudad, desde donde puedes ver una impresionante puesta de sol con el puente de Patras de fondo. Justo en esta playa, hay otro parque por el que campan patos criollos a sus anchas con los que puedes compartir tobogán.

 

 

También subimos al castillo.

Nafpaktos tiene un castillo veneciano. ¿Cómo? Sí, la razón es que en el año 1407 esta ciudad fue conquistada por los venecianos (ellos fueron quienes la cambiaron de nombre y la comenzaron a llamar Lepanto) y fue aquí cuando se construyó su castillo.
El castillo en sí no nos pareció especialmente interesante. Entrar cuesta 2 euros pero está bastante destruido.
Lo que más merece la pena de este castillo es el propio camino para llegar hasta él y las vistas desde arriba, desde donde podrás observar toda la ciudad, así como el puente de Patras y la costa del Peloponeso. El camino para llegar es todo de subida, pero no es difícil, incluso con niños (si están habituados a caminar, es una pasada). Puedes ver el Nafpaktos profundo con sus casas bajas y sus jardines llenos (pero llenos) de árboles frutales. En tu ascenso hasta el castillo, y entre medias de todas estas casas, podrás ver los restos de unas termas otomanas (porque justo fueron los otomanos los que quitaron Nafpaktos a los venecianos en 1499).
Para coronar vuestro ascenso, hay una cafetería justo a los pies del castillo, en la que nosotros nos tomamos un café y que se convirtió en uno de los cafés con mejores vistas de todos los que me he tomado.

 

 

Nafpaktos también tiene una estatua de Miguel de Cervantes.

Obvio. Porque con 24 añitos aquí estaba él luchando con la Armada de la Liga Santa (que fue una coalición de las tropas españolas, los estados pontificios, la República de Venecia, la Orden de Malta, el Ducado de Saboya y la Repíblica de Génova) contra los otomanos. El 7 de octubre de 1571, 580 naves libraron una de las batallas navales más importantes de toda la historia y que el escritor describió como "la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros". La batalla terminó con la victoria cristiana y con la supremacía del Imperio Otomano en el Mediterráneo oriental.

No hay nada que ver sobre la batalla en realidad, más que saber que puedes estar bañándote en las aguas donde las naves de la Liga Santa luchaban por asegurar el cristianismo en toda Europa. Hay otros lugares de Grecia donde se libraron batallas navales, que sí hay restos de naves hundidas y puedes incluso contratar tours para bucear y verlas, como en Pylos (antigua Navarino). En Nafpaktos no. Solo está la estatua de Miguel de Cervantes en la zona del puerto viejo, frente a la muralla.

Nafpaktos fue nuestra primera parada larga en Grecia y nos llevamos una impresión que pronto cambiaría. Nos hizo muy buen tiempo, disfrutamos de calor en el mes de febrero, de un cielo azul brillante, de unas aguas cristalinas en las que bañarnos hasta las rodillas, de unos atardeceres maravillosos y nada fríos. Nos fuimos con mucha emoción pensando que el resto de Grecia sería así. Pues no. Desde que salimos de Nafpaktos, podemos contar los días de sol con los dedos de las manos.

Aún así, Grecia es lo más y Nafpaktos es una perlita.