Marsella es la reina del sur. Indiscutible, una inmensa ciudad repleta de laberínticas calles color crema, el hogar de los twingos y los clíos, y en general de cualquier coche pequeño que pueda atravesar sus calles sin demasiada dificultad.

Hostil como casi ninguna otra ciudad de Europa en cuanto a la conducción se refiere. Elementos como semáforos, intermitentes, señales de tráfico, líneas continuas, son raramente conocidos por sus habitantes.

¿Sucia? Sí, un poco también, no verás muchos metros de suelo sin mascarillas, colillas, pañuelos de papel, chichles, bricks y cualquier otro sucedáneo cuyo lugar desde luego no es ese.

¿Seguimos? Marsella es cara, sí, para un sueldo español es una ciudad cara, si quieres ir a la compra a por algunas piezas de fruta, algo de verdura y un poco de leche no te lleves menos de 25 euros porque no conseguirás traer nada.

¿Segura? Depende de qué zonas y de qué horas estemos hablando. Como en toda ciudad grande, tiene sus zonas por las que es mejor no pasar, pero por lo general, casi todo marsellés con el que te encuentres tiene alguna historia que contarte de cuando le robaron en el metro, o a la salida de una estación de tren. Mejor lleva tus cosas bien pegadas a tí. Si llevas mochila, asegúrate de llevarla delante, y si llevas bolso, siempre cerrado.

Después de esta maravillosa introducción, ¿Marsella tiene algo que merezca la pena visitar?

Pues sí, muchísimas son las razones por las que visitar este perfecto caos de ciudad.

La primera es toda la historia que tiene tras ella. Y es que, si, como a mí, te gusta la historia, te gustará saber que Marsella fue fundada por los griegos en el año 600 a.C con el nombre de Massalia, como punto fuerte del Mediterráneo, que posteriormente fue dividido entre romanos y cartagineses. 

Marsella es la capital de la región de Provenza, Alpes, Costa Azul y además es la segunda ciudad más poblada de Francia, detrás de París. Sigue siendo, por supuesto, el puerto comercial más importante de todo el Mediterráneo.

Marsella derrocha siglos y siglos de historia, recuerdos de las guerras mundiales, playas, catedrales, castillos, palacios, preciosos parques, un puerto que es una belleza y una gastronomía que no tiene nada que envidiar a cualquier otra.

Marsella es una apuesta segura si viajas por el sur de Francia y es que hay mucho que ver.

Nosotros hemos estado muchas veces porque somos semi - marselleses (Flo es de allí) y tenemos a la mitad de la familia allí, por lo que durante todos estos años hemos ido visitando y viendo muchas zonas de Marsella y de sus alrededores.

Os contamos nuestros must si váis a Marsella ciudad unos días:

Palais Longchamp

Un imprescindible, para mi gusto, de Marsella, es el Palais Longchamp. Se trata de un palacio del siglo XIX con forma de media luna. Actualmente, el ala derecha alberga el Museo de Ciencias Naturales y el ala izquierda el Museo de Bellas Artes. 

En 1835, una epidemia de cólera asoló la ciudad de Marsella debido a la falta de agua. Tras esta tragedia, un ingeniero de puentes realizó un proyecto a través del cual cavarían un canal de 85 kilómetros para llevar el agua del Durance, un río afluente del Ródano, a Marsella.

Tras 10 años de trabajo, se construyeron 18 acueductos para transportar agua potable y solucionar así la crisis de la falta de agua en la ciudad.

Años después, el arquitecto Henry Espérandieu, conocido por haber diseñado la actual basílica de Notre-Dame de la Garde, de la que hablaremos luego, escenificó la llegada del agua a la meseta de Longchamp, creando este impresionante palacio cuya construcción finalizó en 1869.

 

 

Detrás del Palacio encontramos el Parc Longchamp, un lugar muy frecuentado por los marselleses con hijos pequeños. Si tienes niños pequeños y te gusta mezclarte con la gente del lugar que visitas, este es tu sitio para pasar una tarde. Es un parque con zonas verdes, con zonas de columpios y toboganes, antiguamente albergaba el zoo de Marsella. Hay una cafetería con un puesto de helados, tremendamente cara, por cierto, y siempre hay un buen hombre con dos ponys atados a un árbol para ver si algún turista quiere dar una vuelta. Yo nunca he visto a nadie utilizándo semejante servicio. El Parc Longchamp está en medio de la ciudad así que es al fin y al cabo un parque de barrio, no penséis en el Retiro de Madrid, porque nada más lejos. Se trata de algo mucho más pequeño y nada turístico.

Importante si viajáis con perros, como nosotros. No están admitidos en el espacio del Palais Longchamp, sí en el Parc Longchamp de atrás, siempre atados, pero no en la explanada del Palacio.

Notre Dame de la Garde

Este es el lugar donde encontrarás las mejores vistas de Marsella y del Mediterráneo que la baña. Y no es para menos, porque tiene 157 metros de altura. Desde aquí verás el Vieux Port, el Chateau D’If, verás el Palais Longchamp del que acabamos de hablar. En definitiva es otro imprescindible si vas a Marsella, y no solo por las vistazas.Los marselleses también la llaman la Bonne Mère, la Buena Madre, y es que lleva con ellos desde 1214 nada más y nada menos, cuando se construyó por primera vez en ese mismo enclave como una pequeña capilla. Tiempo después fue reconstruida, concretamente en el siglo XV, antes de ser destruida de nuevo en 1853, para dar paso a la basílica que vemos hoy en día. Desde este año se consagró como lugar de peregrinación sobre todo desde la epidemia de cólera que asoló Marsella. 

El aspecto exterior es fascinante, de estilo bizantino, en blanco y verde oscuro. Y el interior tampoco te va a dejar indiferente, construida con mármol blanco de Carrara y mármol rojo de Brignoles y llena de preciosos mosaicos venecianos.

Como toda buena basílica que se precie, esta también tiene su cripta excavada debajo, directamente en la roca y se concluyó mucho tiempo antes que la propia basílica. Vamos que cripta y basílica fueron por separado, de ahí la diferencia absoluta de estilos entre una y otra. 

La entrada es gratuíta, así que no dejes de ir a verla. Pero, de nuevo, no es un lugar pet friendly, los perros no están permitidos, así que deja a tu amigo perruno en tu hotel o en tu furgo durante el ratito que visites Notre Dame de la Garde.

Parc Borély

Este parque es el homólogo marsellés del Retiro de Madrid o del Hyde Park londinense.

Es el parque urbano más grande de Marsella, un importante pulmón de la ciudad, donde los marselleses van a pasar el domingo, a pasear, a montar en bici, a dar un paseo en barca por el lago, a hacer un picnic en los jardines, a leer un libro a la sombra, a patinar...a lo típico que se puede hacer en estos parques.

Zonas verdes, zonas ajardinadas, árboles centenarios, parques infantiles, lagos, patos, roedores de agua, bicis y barcas para alquilar, puestos de helados, estatuas, muchas estatuas, y vistas al mar es lo que te vas a encontrar en el Parc Borély. Una apuesta segura si vas con niños.

 

 

Además, tiene un plus, el Palais Borély, un espectacular palacio del siglo XVIII, que alberga el Museo de Artes Decorativas de Marsella desde 2003, anteriormente, el Museo de Arqueología.

Importante, tampoco admiten perros en todo el Parc Borély. Increíble pero cierto, porque es un espacio público verde donde cualquier persona se llevaría a pasear a su perro, pues no. No están permitidos, y no sólo lo pone en los carteles de la entrada, sino que si alguno de los guardias que recorre el parque te ve con tu perro, muy amablemente, te animará a abandonarlo inmediatamente.

Vieux Port

El Vieux Port es el lugar más antiguo de la ciudad y el más emblemático quizá. Se trata del punto de encuentro de todos los marselleses.

Si vas temprano, a diario te encontrarás la venta de pescado directa. Algo que nos transporta siglos atrás y si vas por la noche, verás todo el ambientazo de Marsella, con sus bares retransmitiendo en directo partidos de fútbol, con sus terrazas llenas de gente y con sus paseantes tomando un helado de un lado para otro.

Desde el Vieux Port es desde donde puedes conseguir entradas para la mayoría de atracciones turísticas de Marsella, además desde aquí sale el tren turístico que de nuevo recomendamos, porque, tanto para ciudades grandes, como para pequeñas, te ayuda, al igual que los free tours, a hacerte una idea de los principales monumentos de la ciudad.

Como curiosidad, ¿sabías que la entrada al Vieux Port estaba protegida por una cadena muy pesada que se colgaba de un lado al otro cada noche? Pues bien, dicha cadena fue robada por los españoles durante el ataque de la ciudad en 1423 y se tomó como un trofeo. Hoy en día podemos verla en la Catedral de Valencia.

Fuerte de Saint Jean

Seguimos en la misma zona. Si te sitúas en el Vieux Port y lo recorres con tu vista, verás que destaca un fuerte con dos torres, una cuadrada y otra circular. Este es el Fuerte de Saint Jean. Es visitable y además está unido por una pasarela muy chula al MuCEM, Museo de las Civilizaciones de Europa y del Mediterraneo, al que nosotros todavía no hemos entrado nunca, pero es uno de nuestros pendientes para próximas visitas.

Del fuerte inicial, del siglo XII, ya casi no queda nada puesto que fue prácticamente destruido por las tropas españolas en el siglo XV, y fue entonces cuando se reconstruyó. Este es el fuerte que puedes ver. En los alrededores del mismo hay un enorme foso. El objetivo era inundarlo cuando divisaban barcos enemigos para conseguir que el fuerte quedará aislado por completo.

El fuerte se construyó, como todo el mundo puede llegar a imaginar, para defender el puerto durante la época de las cruzadas y ha estado muy vinculado a la historia de Marsella desde entonces, llegando incluso a servir de prisión para los nobles y aristócratas durante la Revolución francesa.

Catedral de Santa María la Mayor

Continuamos caminando, una vez que cruzas la pasarela y dejas atrás el MuCEM, justo antes de adentrarte en el increíble barrio de Le Panier, te toparás con la Catedral de Santa María la Mayor.

Como muchas otras catedrales, ésta también está construida sobre otros templo cristiano anterior.

La catedral que vemos actualmente, del siglo XIX, es de estilo románico-bizantino. Sus piedras verdes oscuras y blancas pueden recordarte a la Basílica de Notre Dame de la Garde, y es que son del mismo estilo.

Enseguida te darás cuenta de que es inmensa. Sí, es muy parecida, en cuanto a dimensiones se refiere, a la Basílica de San Pedro de Roma. Y, de nuevo, al igual que Notre Dame de la Garde, por dentro es absolutamente majestuosa. Los materiales son los mismos, marmol blanco de Carrara, la piedra verde de Florencia (por eso nos recuerdan tanto ambos templos a Nuestra Señora de las Flores, en Florencia), y los mosaicos de Venecia.

La entrada es gratuita y bien merece una visita.

¿Pero, y si queres tomar algo? ¿Dónde está el ambiente en Marsella?

A parte del Vieux Port, donde, por supuesto encontrarás miles de restaurantes, terrazas, puestos de comida e incluso en Navidad su mercadillo navideño con sus puestos de comida típica, un lugar al que no debes dejar de ir si buscas ambiente para cenar y tomar algo es la Place Aux Huiles, cuyo nombre hace referencia al antiguo canal que conducía desde el Vieux Port hasta el lugar donde se enviaban los barriles de aceite de oliva. Esta plaza se construyó en el siglo pasado en forma de L, emulando las típicas plazas italianas (sí, muchas veces en el sur de Francia parece que estás en Italia). 

Es un lugar al que acudir a tomar algo porque en ella encontrarás muchos de los mejores restaurantes, creperias y bares de la ciudad.

Algo genial es que es únicamente peatonal, por lo que no hay peligro de coches si vas con pequeños.

Por hoy esto es todo, esperamos que te hayan entrado ganas de ir preparando las maletas para ir a Marsella, porque bien merece la pena.